1. Cuando movido por la pendular compensación busco sentidos que justifiquen mi existencia, me dirijo hacia lo que necesito o creo necesitar. En todo caso ¿si no consigo aquello, o bien si lo consigo, qué pasará con mi sentido (en cuanto movimiento en una dirección)?
2. Estos sentidos provisionales, necesarios para el desarrollo de la actividad humana, no fundamentan mi existencia. Por otra parte, si me afirmo en una particular situación ¿qué sucederá cuando el accidente la desarticule?
3. A menos que se quiera reducir la existencia al agotamiento o la frustración, será menester descubrir un sentido que ni aún la muerte (si fuera el accidente), pueda agotar o frustrar.
4. No podrás justificar la existencia si pones como su fin el absurdo de la muerte. Hasta ahora fuimos compañeros de lucha. Ni tú, ni yo, quisimos doblegarnos ante dios alguno. Así quisiera recordarte siempre. ¿Por qué, entonces, me abandonas cuando voy a desobedecer a la muerte inexorable? ¿Cómo es que hemos dicho: «¡ni aún los dioses están por encima de la vida!» y ahora te arrodillas ante la negación de la vida? Tú haz como quieras, pero yo no bajaré la cabeza ante ningún ídolo aunque se presente «justificado» por la fe en la razón.
5. Si la razón debe estar en función de la vida, que sirva para hacernos saltar sobre la muerte. Que la razón, entonces, elabore un sentido exento de toda frustración, de todo accidente, de todo agotamiento.
6. No aceptaré a mi lado al que proyecte una trascendencia por temor sino a quien se alce en rebelión contra la fatalidad de la muerte.
7. Por ello quiero a los santos que no temen sino que verdaderamente aman. Quiero a los que con su ciencia y su razón vencen a diario el dolor y el sufrimiento. Y, en verdad, no veo diferencia entre el santo y el que alienta la vida con su ciencia. ¿Qué mejores ejemplos, qué guías superiores a esos guías?
8. Un sentido que quiera ir más lejos que lo provisional, no admitirá la muerte como el fin de la vida sino que afirmará la trascendencia como máxima desobediencia al aparente Destino. Y aquel que afirme que sus acciones desencadenan acontecimientos que se continúan en otros, tiene tomado entre sus manos parte del hilo de la eternidad.
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